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Regar según el tipo de planta: Cada planta tiene diferentes necesidades de agua. Algunas necesitan suelos constantemente húmedos (como las plantas acuáticas), mientras que otras prefieren que el sustrato se seque entre riegos (como los cactus). Investiga las necesidades específicas de cada planta para no excederte ni quedarte corto en el riego.
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Evitar el exceso de riego: Asegúrate de no regar demasiado. Un exceso de agua puede ahogar las raíces y causar pudrición. Lo mejor es regar cuando la capa superior del suelo esté seca, pero no tan profundamente que el agua se quede estancada en la base de la maceta.
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Usar agua a temperatura ambiente: El agua fría o demasiado caliente puede estresar a las plantas. Es mejor usar agua a temperatura ambiente para evitar dañar sus raíces.
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Riego en la base, no sobre las hojas: Trata de regar directamente en el suelo, evitando que el agua se quede sobre las hojas o flores. Esto previene enfermedades como hongos o moho que pueden desarrollarse si las hojas permanecen mojadas durante mucho tiempo.
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Aprovechar la humedad ambiental: Si vives en un ambiente seco, puedes aumentar la humedad alrededor de tus plantas colocando un humidificador cerca o agrupándolas para que se beneficien de la humedad que liberan unas a otras. También puedes colocar un plato con piedras y agua debajo de la maceta, asegurándote de que el agua no toque el fondo de la maceta.
Estos consejos te ayudarán a mantener tus plantas bien hidratadas y saludables. ¡Disfruta de tu jardín! 🌿💧